ante el ERE presentado por la empresa; por mucho que ciertos personajes pretendan convencer de lo contrario. Otra cosa es que se estén buscando fórmulas para mitigar los efectos e impacto que este producirá en nuestras economías .
Es función del Comité negociar y en caso necesario, romper
las negociaciones si estas no tienen visos de mejorar las condiciones impuestas
y liderar esa ruptura.
Mientras tanto, esto no es incompatible con que los
trabajadores se organicen, opinen, hagan propuestas o convoquen asambleas. No
basta con votar a unos representantes cada cuatro años y sentarse a esperar a
que estos resuelvan los problemas que puedan surgir. La acción y participación
directa son las únicas herramientas que tenemos y no debemos dejarlas en manos
de un puñado de personas entre las cuales no siempre hay consenso.
A algunos se les llena la boca de soflamas demagógicas pero
son incapaces de hacer propuestas con una sólida base y atendiendo a la
realidad de los hechos y no de las promesas incumplidas. La evidencia de que
estamos donde estamos y no donde nos gustaría estar o donde nos han prometido
que estaríamos es tal que, quien no quiera verla, es un irresponsable que
camina hacia el abismo con anteojeras de burro.
No es el mejor momento para hacer reivindicaciones, sin
duda lícitas, que superen la realidad en la que nos encontramos. Es cierto que
esa realidad no la hemos creado nosotros. Es cierto que la gestión ha sido
nefasta. A partir de aquí, de poco vale lamentarse, lamerse las heridas y no
abordar con serenidad y templanza la situación.
Lo peor que nos puede pasar a los trabajadores de este
teatro es dar pábulo a las
ponzoñas de algunos que tratan de dividir a los trabajadores por castas a través de tergiversaciones de la realidad y de mentiras supinas. La realidad es fácil de averiguar pero, para ello, es necesario tener una mente crítica y contrastar la información que llega. Sin dar credibilidad, automáticamente, solo porque lo ha divulgado una persona de nuestro colectivo.
ponzoñas de algunos que tratan de dividir a los trabajadores por castas a través de tergiversaciones de la realidad y de mentiras supinas. La realidad es fácil de averiguar pero, para ello, es necesario tener una mente crítica y contrastar la información que llega. Sin dar credibilidad, automáticamente, solo porque lo ha divulgado una persona de nuestro colectivo.
Caer en ese craso error nos lleva al desastre, puede que a
unos más que a otros pero, luego, no habrá tiempo para rectificar.
Gran error es también ligar todas las desgracias y
subyugarlas a condicionantes que impidan avanzar en los terrenos en los que sea
posible. Tenemos una propuesta de convenio que ha sido consultado de diferentes
maneras a los interesados de los diferentes colectivos y a punto de cerrarse
para ser legitimado o no por las diferentes asambleas. Si lo vinculamos a la
paga perdida y al ERE, o a contratos ajenos al propio convenio (como es el caso
de los Derechos de Audiovisuales por parte de los cuerpos artísticos)
la desembocadura es fácil de ver; quedarnos sin convenio y a expensas de las
decisiones y directrices que tome la empresa que estará legitimada para hacer
lo que quiera.
Como dice un proverbio ruso “Con las mentiras se puede llegar muy lejos pero lo que no se puede es
volver”. En nuestras manos y sentido común está la decisión y la fuerza, a
aplicar, si es necesario.
Delegados de CGT en el comité de empresa del GTL
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