El
Comunismo
El
Comunismo es la máxima aspiración de la especie humana desde que
salió del Mundo Real Salvaje, en el que siguen las otras especies y
comenzó este Mundo Real Político en el que seguimos. Hay que
comprender y sentir un gran respeto más allá de todas las
abstracciones, delirios y destrucción por todos aquéllos que se
entregaron de buena fe a lograrlo y analizar serenamente por qué aún
no lo hemos conseguido.
Digamos,
primero, por qué es el Comunismo la máxima aspiración humana:
porque el llegar a él significaría acabar con este Mundo Real
Político, es decir, dejar de centrar nuestro vivir en la lucha por
el Poder, divididos en dominantes y dominados, confundidos entre todo
lo que nos enfrenta y enloquece. Significaría alcanzar la inocencia,
vernos todos, absolutamente todos, compañeros, frente a problemas
comunes reales, formando, como formamos, una misma especie, superando
los montajes, las retóricas, la pancracia que aún nos determinan.
Hasta
ahora dos comunismos se han destacado en su intento de lograr esa
aspiración, aparte de otros “ismos” menos determinantes: el
religioso (“la comunión de los santos”) y el político (que nos
ve como fragmentos de lo social). Ambos comunismos no han logrado
superar la locura de la lucha por el Poder y todo lo que ello
implica, sustentando sus ideales en un Poder o en otro y han seguido
sometiéndonos no sólo a la división en dominantes y dominados sino
que no han visto cómo para ser todos compañeros es preciso ser
todos únicos es decir, ser libres en nuestro pensar y sentir. (Ver
LIZANIA). No han visto suficientemente que los seres humanos no sólo
tenemos una gran capacidad de planificación y ejecución (claves de
esa lucha por el Poder impuesta en la vida exterior) sino que además
somos creativos, sensibles y conscientes (lo que implica nuestra vida
interior). Nuestra identidad no puede basarse en todo aquello que
implica esa división en dominantes y dominados (un sinfín de
nombres y definiciones lo declaran) sino lo que significa ser humano,
un ser individual, no sólo social y natural, una identidad cada uno
de nosotros. Es decir: superar el Mundo Real Político, salir de él
como salimos del Mundo Real Salvaje.
Hay
otro Comunismo que, a mi entender puede lograrlo: el Comunismo
Poético, es decir, el que comprende que sólo siendo únicos podemos
ser compañeros y superar todo lo que nos divide, enfrenta y tantas
veces destruye. Ese Comunismo ya ha tenido un comienzo: el Comunismo
libertario, el humanismo libertario, el que comprende que ese ideal
al que nos dirigimos, esa tierra prometida, no puede ser la que
promete el Comunismo religioso, ni la que trata de imponer el
Comunismo político sino la consecuencia de la evolución del proceso
de nuestra especie entre la destrucción y lo creativo.
La
conquista de la inocencia a la que me refiero en mis poemas, es la
conquista de esa tierra, la superación de las enfermedades de
nuestra Razón, el racionalismo y el irracionalismo, aún no
detectadas y que trato de revelar en LIZANIA.
Desde
hace tiempo esta tierra es para los libertarios la Acracia, la
Anarquía, lo que yo llamo el Mundo Real Poético (como señalaban
las pancartas de la Manifestación Poética por Las Ramblas de
Barcelona que animé hace dos años). Y cómo es que ese comunismo
libertario no llega a todos los seres humanos que sufren las
consecuencias de esa Pancracia, de la locura por el Poder. Porque ese
comunismo, sigue siendo político en muchas de sus formas y en el
que el fondo poético, que sin duda existe y descubro, espera una
mayor evolución (porque son otros los contextos históricos), una
mayor aclaración en lo que es la vida exterior (la planificación y
lo ejecutivo) y la vida interior (la libertad de pensar y sentir).
Estamos ante una transformación del concepto “poético” de
literario, estético y elitista en humanismo poético y del concepto
“político”, de “árbitro” o “estructurador” en clave de
la lucha por el Poder entre los dominantes ignorando a los dominados,
es más, mentalizados, manipulados y, llegado el caso, sacrificados.
(Visto, todo esto, con ojos poéticos y libertarios…).
Debemos
comprender la gran complejidad que nos abruma y lo difícil que
resulta el desarrollo de nuestra vida interior, que sin libertad de
pensar y sentir ya no es nuestra, en esta vida exterior que nos
impone lo social y lo natural. Precisamente en esa libertad se basa
el Comunismo poético. El fondo de lo humano siempre ha sido ese
ideal, no podría ser otro, el pleno desarrollo del pensar y del
sentir en cada ser humano. Las formas, hundidas en toda la retórica
y la falacia de esas enfermedades se pierden en la lucha por el Poder
y el fondo humano difícilmente aparece en las vidas concretas,
perdidas en una vida exterior llena de falsos problemas sometiendo
las vidas a las ideas. Y qué ideas. ¿Cuántos siglos tardamos en
salir del Mundo Real Salvaje? No nos extrañemos de lo que hemos de
protagonizar y nos ha de protagonizar para salir del Mundo Real
Político pero es indudable que en nosotros y entre nosotros existen
claras referencias a esa tierra prometida, a una plenitud que como
seres vivos merecemos. Nuestra exigencia es muy superior a la del
resto de las especies pero el proceso de todas conduce a su
realización, a su plenitud. Otra cosa es
que debido precisamente a esa complejidad nunca la alcancemos como
especie, pero anhelar esa plenitud (entre nuestros límites y
posibilidades) en lugar de luchar por el Poder (en todas sus
variantes) es lo que puede hacernos realmente humanos, el predominio
del pensar y el sentir libremente sobre el planificar y ejecutar y no
al revés.
Hay
mucho que pensar, que hablar, que comprender, que soñar, que
superar… no sólo hacer… No en vano, sin lugar a dudas, nuestra
especie, es una especie heroica, descubridora de la Tragedia y de la
Belleza, hacia el Mundo Real Poético, adonde conducen el pensar y el
sentir en libertad.
Jesús
Lizano
Barcelona, Febrero 2005
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