domingo, 27 de noviembre de 2011

20 N, buena día en 1975, malo en 2011

Por enésima vez, llega al teatro una compañía de danza y como es domingo, no hay nadie para recibirlos (algún subalterno).


Entre otras funciones, en cualquier teatro que se precie, el director técnico tiene como mínimo la cortesía cuando no la obligación de recibir a la compañía, facilitarle lo que sea necesario y, si fuera necesario, tomar decisiones sobre cosas que podrían no estar ligadas del todo.

Esto pasó el pasado 20 de noviembre. La ya habitual desidia y desconocimiento del medio por parte del máximo responsable del escenario, contribuyó al desbarajuste y caos que reinó durante el montaje.

Una mala previsión y un deficiente mantenimiento durante la parada técnica del verano, hicieron que no se pudiera empezar a montar el ballet hasta prácticamente las 11 de la mañana, tres horas de retraso. Hay que reconocer un cierto caos y nerviosismo en los técnicos de la compañía pero es cierto que nadie tomaba decisiones en el teatro. Para colmo, a las 11.30 horas, los técnicos de la casa se fueron a ejercer su derecho al voto y el siguiente turno no llegó hasta las 19.30 por el mismo motivo. Eso hizo que durante 8 horas, el montaje se realizara con asistencias que, pese a su sin duda profesionalidad y buena voluntad, se metían en un fregado en el que les costó entrar. De hecho, la manipulación de la maquinaria escénica, la realizó un buen profesional con un curso al respecto aprobado hace varios años y sin ninguna práctica en estos menesteres, por lo que, aparte del nerviosismo y de la peligrosidad de la situación, el montaje se vio ralentizado.

Podría la empresa acusar a los trabajadores de la casa de desinterés por ofrecer un buen producto pero la verdad es que, el comité de empresa, había ofrecido la posibilidad de que los trabajadores ejercieran su derecho a voto fuera del horario laboral y, a cambio, esas 4 horas que marca la ley, se convirtieran en extras y fueran compensadas con un día de descanso a pactar entre empresa y trabajador. Esto hubiera hecho que el montaje fuera más ágil y que la empresa, tan ahorradora en estos tiempos, no se hubiera gastado unos cuantos miles de euros en contratar a asistencias ya que los días que se compensaran, serían siempre cuando no hiciera falta contratar a ningún sustituto. Pero la empresa, se negó en redondo.

Todos estos contratiempos y retrasos, hicieron que el estreno del día siguiente fuera vergonzoso a nivel técnico. Un resultado que a quienes aprecian este trabajo hace que se les revuelvan las tripas. Un resultado que parece que a la empresa le es indiferente. Lo importante es subir el telón sea como sea.

Esta enésima constatación de la incapacidad y desconocimiento del medio por parte del responsable de escenario nos preocupa. Todo lo que sea mermar la calidad del producto, va en detrimento del teatro y por tanto, en nuestra contra.

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