jueves, 7 de marzo de 2013

Victimistas y sin embargo verdugos

Desde siempre en nuestro teatro ha habido intereses por parte de algunos confabuladores en demonizar a otros colectivos. Así, algunos dicen que administración está sobredimensionada, que los músicos cobran demasiado, que el coro hace lo que sea por dinero o que los técnicos son unos gandules. Estas falsas ideas que inoculan elementos de los diferentes colectivos, aparte de ser falsas, son peligrosas. No será la desunión lo que nos salve.

Que quede claro. Ni administración está sobredimensionada, hay un montón de departamentos incluidos en ella que no serían propios de este colectivo y el Liceu es un monstruo que necesita de mucho personal para ser gestionado. Ni los músicos cobran demasiado, hacen una tarea especializada que además requiere de mucho temple para estar delante de 2.000 personas y lo que ganan está acordado por convenio. Ni los cantantes del coro se venden a toda costa sino que reclaman lo que de derecho es suyo y también ha sido pactado. Ni los técnicos de escenario son unos gandules porque puedan tener momentos de espera para entrar en acción durante un cambio, eso no es estar ociosos.

A partir de aquí, es cierto que hay siempre intentos de desestabilización por parte de personajes que pueden pertenecer a cualquiera de los cuatro colectivos. Gente ruin que acostumbra a sembrar vientos para ver que recogen. Profesionales de la difamación que no dudan en sacar de contexto una acción o en inventarse lo que creen que les puede beneficiar.

Ahí está el caso que se está dando desde hace tiempo  por parte sobre todo de algunos miembros  de los colectivos llamados artísticos. En su fanatismo de ver a los colectivos no artísticos como un lastre incapaz de entender las sensibilidades de su casta, han estado engañando a sus compañeros haciéndoles creer en la posibilidad, jurídicamente inviable, de distanciarse del proletariado y montar un comité propio que solo les represente a ellos. Les han hecho creer que son la columna vertebral del teatro. Únicos e inimitables. Las sólidas bases sobre las cuales los otros dos colectivos mendigan y se atreven incluso a opinar. Lo que tiene en pie el teatro somos todos.

Para ser creídos por sus compañeros, que no son tontos aunque les tomen por tales, se apoyan y avalan en falacias y difamaciones aviesas de cómo los delegados de otros colectivos se inmiscuyen en sus asuntos, los fiscalizan, los vetan, los insultan, les obligan al consenso, critican sus ínfulas, les amenazan. Estos y no los colectivos son los culpables de la animadversiones que se puedan crear.

Llegado sería el momento de hacer una catarsis y quitarse las máscaras. De contrastar informaciones calumniosas de aclarar todo lo aclarable, de organizar asambleas mixtas donde se expresen dudas y contradicciones, de dejarse de aclamar falsedades populistas que pretenden ensalzar los ánimos de nuestros egos.

Despertemos pues compañeros; seamos críticos con nuestra realidad y analicémosla por nosotros mismos. No es suficiente con votar cada cuatro años a nuestros representantes y luego dejar nuestro futuro en manos ajenas. O vamos al unísono o nos hundimos. Nadie es quien para usurpar nuestros derechos. Hagamos que el color verde que ahora es el de la mezquindad, vuelva a ser el color de la esperanza y que los malos vientos sembrados se conviertan en tempestades para quienes los sembraron.

Manuel Martínez

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