Podemos tener dudas en
cuanto a si fue antes el huevo o la gallina. Pero no en cuanto a que es lo que
genera y permite la actividad y los ingresos derivados de la misma.
Sin las aportaciones
públicas, la ópera en el Liceu sería inviable desde el inicio. Por lo tanto,
todo aquel ingreso que se genere desde el teatro es directamente debido a que
las administraciones ponen un dinero para arrancar y promover otras
actividades.
Gracias a las
aportaciones se hace ópera. Está genera unos ingresos en taquilla que ayudan a
financiar la institución. Esta programación operística hace atractivo y
rentable el espacio por lo que diversas empresas lo alquilan para diferentes
eventos. A su vez, patrocinadores, aportan cantidades porque el teatro que hace
ópera, es un buen escaparate. Amén de tener ciertos beneficios a cambio de la
aportación según esta sea. La filantropía hace mucho que falleció de muerte
lenta y agónica.
También están los
trabajadores, que aportan con su esfuerzo y a cambio de un salario, beneficios
en especies para el sostenimiento del teatro. Algunos creen que aportan mucho
porque han conseguido ahorrar una determinada cantidad con su valía
profesional. Otros que han conseguido aportar al coliseo unas cantidades más o
menos importantes gracias a su habilidad para vender espacios o atraer mecenas.
Nada más lejos de la realidad. Sencillamente están haciendo su trabajo. Aquello
para lo que han sido contratados. Si no consiguieran esos objetivos, estarían
sencillamente en la calle; o en otro sitio.
Por todo ello reclamamos
el teatro como público. Reclamamos el teatro como de la ciudadanía. Reclamamos
el teatro como nuestro. Ningún salvador de la patria puede cargarse de medallas
por hacer su trabajo y por el cual le están remunerando.
Devolved las medallitas,
que no son vuestras. Haced bien vuestro trabajo y devolved el Liceu a sus
legítimos propietarios, los ciudadanos.
Mascarell, la cultura es un
patrimonio del pueblo y no un negocio para tus amigotes.
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