domingo, 5 de septiembre de 2010

Compañeros de los teatros Colón de Buenos Aires y La Scala de Milano

A LA OPINIÓN PÚBLICA

Agosto de 2010

Los trabajadores del Teatro alla Scala de Milán y los trabajadores del
Teatro Colón suscribimos en conjunto el presente documento:

La cultura y sus expresiones artísticas son un bien social esencial y el
acceso a éstas es un derecho inalienable de todos los ciudadanos. Este
principio debe ser inexcusablemente protegido por el poder político y los
funcionarios de los gobiernos de turno, sea cual fuere su tendencia, ya que
al igual que la salud y la educación son principios básicos y
constituyentes de las sociedades democráticas.

El intento de parte de las autoridades —tanto de Italia en la persona de
Silvio Berlusconi, como en la Ciudad de Buenos Aires en la persona de
Mauricio Macri— de privatizar encubierta o explícitamente las instituciones
dedicadas a las expresiones del arte lírico, sinfónico y coreográfico son
una demostración cabal de que consideran a la cultura como un valor
económico cuya implementación, estructuración y difusión deben regirse por
las leyes del mercado, la oferta y la demanda y la accesibilidad
dependiente del poder adquisitivo.

Este intento se ha visto reflejado en “normas” (leyes y decretos) viciadas
de inconstitucionalidad, ilegalidad e ilegitimidad que pretenden recortes
presupuestarios, precarización laboral, traslados y disponibilidades de
trabajadores, destrucción de los sistemas de producción propia e
incumplimiento de los sistemas de contratación y concurso que garanticen la
dotación histórica imprescindible de ambas instituciones.

Nos declaramos abierta y enfáticamente defensores de los sistemas de
producción propia de ambos teatros que, por más de un siglo, han sido
reconocidos mundialmente como las más altas expresiones del quehacer
cultural de nuestros pueblos. Por otro lado, dicho sistema de producción
propia ha demostrado ser el único modelo económicamente exitoso en la
relación inversión económica-rédito social, ya que sus principios favorecen
la multiplicación de funciones por título y la posibilidad de acrecentar el
repertorio de producciones cuya titularidad y derechos permanecen en las
instituciones.

Asimismo, rechazamos contundentemente los modelos de administración y
gestión cultural que llevan adelante los funcionarios antes mencionados
(Berlusconi-Macri), como así también las autoridades de ambos teatros. La
externalización de las actividades, la tercerización de las prestaciones,
la precarización de los contratos, la ausencia de concursos, la falta de
paritarias sectoriales y la utilización espuria de los espacios con
actividades que no se relacionan en absoluto con la función de los teatros
configuran el modelo impuesto por las actuales autoridades. Esto provocará
la pérdida paulatina y sistemática de los planteles profesionales
artísticos, técnicos, administrativos y auxiliares, que dejará a los
teatros como meros edificios históricos pasibles de ser usados como lujosas
salas de alquiler para eventos de todo tipo cuyo único fin sea el lucro y
la explotación económica.

No seremos convidados de piedra a la hora de definir las cuestiones
concernientes a nuestro trabajo y al destino de nuestros teatros. Siempre
hemos propuesto el diálogo, la discusión y el consenso como caminos para la
resolución de los conflictos y de las situaciones devenidas de la relación
laboral e institucional; pero si el silencio y el autoritarismo continúa
siendo la postura de los funcionarios, los trabajadores no dudaremos en
recurrir a todas las medidas necesarias y a todos las instancias políticas,
gremiales, legales, judiciales y mediáticas, para defender no sólo nuestras
fuentes de trabajo, sino el patrimonio cultural y artístico de la Scala y
del Colón.

Los trabajadores de la cultura nos resistimos una vez más a ser la
variable de ajuste de las crisis económicas de nuestros pueblos, producidas
justamente por los que hoy señalan al arte y sus expresiones como un bien
suntuario y a sus trabajadores como “trabajadores privilegiados”. Accedemos
a nuestros puestos de trabajo luego de rendir rigurosos concursos y damos
diariamente pruebas de idoneidad y calidad profesional artística y técnica
ante la crítica y el público. De ninguna manera vamos a disculparnos por
tener regímenes especiales de trabajo, dado que son la consecuencia
insoslayable del tipo de actividad que llevamos a cabo y de la exigencia de
las prestaciones que nuestra labor precisa. La alta especificidad nos
obliga a capacitarnos permanentemente para lograr el más alto rendimiento
en nuestro trabajo. Es hora que los funcionarios de la cultura entiendan
esto; sería muy esperable que se contara con esta comprensión desde el
principio de sus mandatos y no, como ocurre hoy y también en el pasado, que
los trabajadores debamos explicar y llevar a cabo una docencia agotadora
para que las autoridades de cultura, supuestamente “cultas”, comprendan
nuestros sistemas de trabajo y sus particularidades.

La similitud de la problemática de los trabajadores de la Scala y del
Colón aquí expuesta es prueba contundente de que el avance de la ideología
de la depredación cultural y la imposición de modelos de gestión basados en
el desprecio de los bienes esenciales de nuestra sociedad y de sus
trabajadores son internacionales y forman parte de un pensamiento que, a
pesar de haber fracasado rotundamente y de haber provocado una crisis
global sin precedentes, insiste en imponer recetas económicas y sociales
que sólo producirán más exclusión, más sufrimiento y más violencia.

En consecuencia, nuestra denuncia y llamado también es internacional: la
difusión del presente documento pretende alertar y convocar a todos los
trabajadores de la cultura del mundo. El mensaje es que debemos
organizarnos para enfrentar estas políticas nefastas y más allá de las
diferencias locales, idiomáticas o culturales, reconocer a un enemigo común
cuyo único objetivo es convertir a la cultura y a sus instituciones en
meras fuentes de negocios y lucro.

Insistimos en que la cultura y sus expresiones artísticas son patrimonio
de todos; su preservación y acceso deben estar garantizados por políticas
de estado tendientes no sólo a multiplicar su rédito social, sino a
considerarlos como imprescindibles factores de la identidad de nuestras
comunidades, su definición individual y su representación colectiva, para
garantizar de ese modo la pluralidad de los criterios y la diversidad de
las ideas, condiciones esenciales para la constitución y el mantenimiento
de toda sociedad democrática que se precie de tal.

TRABAJADORES DEL TEATRO ALLA SCALA DE MILÁN - TRABAJADORES DEL TEATRO
COLÓN

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