lunes, 13 de junio de 2011

¿Resignados?

La resignación es un producto que, como cualquier droga, duerme a la gente. Duerme su conciencia. La resignación es hija de ese discurso totalizador, cual si fuese una nueva religión: no hay más verdad que la competitividad. No hay más santos ni más poderes que los mercados. La economía tiene que crecer constantemente: no importa que se contaminen las aguas, que se contaminen los rios, los mares, o los aires. Competitividad, crecimiento sostenido, y los mercados: eso es lo único que importa. Su poder no puede ser contestado, y además, nos demuestra la existencia de las propias sociedades que esto es lo que produce bienestar.
Resignación además, porque el discurso oficial, que baja desde muchos sitios: baja desde los poderes públicos, baja desde las sentencias de los tribunales, desde las cátedras, desde las clases de EGB donde los maestros de escuela va inyectando ya unas determinadas ideas. Baja desde la televisión y de los medios de comunicación, el discurso de que no hay otra salida.
Resignación porque los pueblos, cuando tienen problemas, no son rebeldes. El que tiene que comer todos los días, no puede permitirse el lujo de perder, por un acto de rebeldia, un puesto de trabajo. La rebeldía siempre ha surgido de aquellos que comían todos los días. De aquí la gran culpabilidad de muchos intelectuales españoles, que comiendo todos los días, bien del pesebre, bien de su trabajo, no han sido capaces de decir "Basta" a esta situación de degradación.
De ahí una resignación que nace de la evidencia diaria. Del paro, que es cierto. De ese paro que dicen que se reduce porque la estadística dice que cuando una persona trabaja dos horas a la semana, ya no está parado. Una disminución estadística, de los empleos a tiempo parcial, de las horas extraordinarias que se imponen, pero no se cobran, de la angustia si mañana poder trabajar: eso es resignación.

Resignación que cae sobre un pueblo que se da cuenta, además, o no se da cuenta porque no le gusta o no quiere verlo, o no dejan verlo, que estamos yendo hacia atrás, que estamos llegando a cotas propias del siglo XIX, que aquella seguridad social para todos, que el tema del subsidio de desempleo va bajando continuamente, en contra de la declaración universal de los derechos humanos o de la propia constitución.

Resignación que surge de la culpabilidad del propio parado. Uno de los éxitos entre comillas del sistema americano es conseguir que el pobre, el miserable, se sienta culpable de su situación. Es la filosofía calvinista, hija del protestantismo. Tú eres culpable de tu situación. No has sido capaz de triunfar, esa es la filosofía de las sociedad americana. Y si no has triunfado es porque tú eres el responsable: esta sociedad da oportunidades a todo el mundo, si tu no has podido hacerlo así, tú eres el culpable, y entonces el oprimido, el pobrecito, el esclavo, se echa él la responsabilidad de su situación. Es perfecto el dominio del poder. Un dominio del poder que ya no se basa en la fuerza, en la coacción, en la utilización de la guardia civil o del ejercito: se basa en un dominio mucho más terrible, más duro: el dominio de la mente. Ese opio que cae desde los aparatos de televisión, ese opio que cae desde las sentencias de los tribunales, desde los discursos políticos que va empapando la mentalidad de la gente, y va diciendo "calla, calla, calla, porque si no callas puede ser peor".
Esa es la resignación que se produce como consecuencia de sentirse ese parado que él es el autor de su situación, y por tanto aquel compañero que ha sido acusado de que cobró una vez, indebidamente, el seguro de desempleo, ah, miserable, tú eres el culpable. No importa que los ladrones de alto copete sean exhibidos como figuras brillantes a enseñarle a los hijos como ejemplo a seguir, pero el miserable que ha estafado solamente un mes del seguro de desempleo es el culpable de todo lo que está ocurriendo.

Eso es resignación. Resignación que surge de los medios de comunicación, y no se me enfaden las cámaras, no va con vosotros, pero va contra los que tienen el poder en vuestras empresas. Va con aquellos que optan por decirle al pueblo una parte de la verdad. Resignación que consiste en dar un credo único, decir todos amen a la competitividad, a la moneda única, estamos mejor que nunca, amén, amén, amén. Es el coro como una letanía que va uniformando el pensamiento, que va haciendo seres totalmente iguales, como describía lo que podía ser el futuro Orwell en 1984.

Esa resignación por tanto es hija de una economía, de un sistema político, que confunde muchas cosas. Una información que está haciendo surgir en nuestros universitarios, en nuestros institutos, en nuestras academias, en las escuelas básicas la cultura del si o no, propia del ordenador. La vida está llena de colores, de tonos, y por lo tanto el lenguaje es lenguaje más vivo cuanto más cosas hay que ser descritas. Si o no, blanco o negro, derechas o izquierdas. Conteste usted como el ordenador: afirmativo, negativo, afirmativo, negativo.

Julio Anguita

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