miércoles, 22 de junio de 2011

¿Violencia en las calles?

Si no abrimos bien lo ojos, esta lucha también la ganará el poder económico, los amos de los políticos y de los medios de comunicación, que son al fin y al cabo los encargados de vocear las consignas neoliberales.
Ahora han abierto brecha con las “violentas” acciones de los manifestantes ante el parlamento de Cataluña, sede sacrosanta de las instituciones del país y por ende, el buzón de los recados de los mercados.
Algunos parlamentarios tienen clara su postura y saben que están ahí para satisfacer sus ansias de poder y de acumulación de capital. Otros, los menos, juegan a intentar demostrar que desde dentro se pueden cambiar las cosas y se indignan paradoxalmente cuando unos miles de ciudadanos les abuchean e increpan diciendo que no hacen nada o, por lo menos, que no hacen lo suficiente. Apelan al respeto que merecen por ser los representantes electos de los ciudadanos pero olvidan que no merecen ni más ni menos respeto que quienes les han votado.
Todos están de acuerdo, políticos y medios de unos u otro color, en que se ha traspasado la línea roja, que es intolerable tratar de impedir que los parlamentarios acudan a sus escaños. Esos escaños que conllevan sueldos relevantes que les han dado los mismos ciudadanos que ahora les increpan. Es intolerable, dicen, la violencia que sobre ellos se ha ejercido.
Hablan de derechos pero solo señalan en una dirección, la suya. No se oye a ninguno reclamar los derechos constitucionales que tienen los ciudadanos a un trabajo, a una vivienda digna, a unos servicios sanitarios dignos, a una educación en condiciones, a unos salarios dignos, a una digna jubilación, en suma, a una vida digna.
Hablan de violencia los mismos que destinan una parte del presupuesto a preparar a unos cuerpos antidisturbios difíciles de entender en una sociedad pretendidamente democrática como la nuestra, unos cuerpos que además, se infiltran entre los manifestantes para provocar los actos violentos que después, sus compañeros se encargan de sofocar repartiendo golpes a todo el que se ponga por delante. Si la manifestación hubiera sido violenta, a esos “defensores del orden” se les hubiera linchado sin piedad.
Hablan de violencia los que deciden que casi 5 millones de personas estén en el paro, los que permiten que 2 millones de personas no puedan comer cada día, que se saturen los comedores sociales, que millones de jóvenes no puedan iniciar su propia vida porque no tienen ni medios para mantenerse ni un sitio donde vivir, que muchos jubilados dependan de sus hijos para no morir en la indigencia. Violencia es la reforma laboral, los recortes sociales, la ley ómnibus que debían votar en el parlamento. Violencia son sus sueldos, los sueldos de los ejecutivos especuladores, de los banqueros, de los deportistas de élite. Eso es y será violencia mientras haya una sola persona que no tenga para comer y vivir dignamente.
Mientras tanto, el gobierno se esmera en falsear los sucesos y en eliminar de la red los videos incómodos, verdad Felip Puig (¿Qué es violencia –dices mientras ordenas clavar en mi cuerpo la porra de tu sabueso azul. ¿Qué es violencia? ¿y tú me lo preguntas? Violencia… eres tú)

Manuel Martínez

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