martes, 26 de julio de 2016

¿Director técnico?



La prepotencia con la que actúa el director técnico constantemente, insultando la inteligencia y la profesionalidad de los técnicos de escenario, supera cualquier expectativa por negativa que esta pueda ser.
Amparado en la potestad de decidir la organización del trabajo, actúa también como juez y parte en las cuestiones interpretativas del convenio sin consultar a las partes y, dando por hecho que la suya es la verdad única y absoluta que nadie debe ni puede objetar. Inapelable.
Inasequibles al desaliento a pesar de muchos sin sabores, desde la sección sindical, seguiremos cuestionando y denunciando todas las cuestiones que encontremos injustas que sean necesarias.
La actitud del director técnico es intolerable. Creando conflictos donde no los hay y aprovechando cualquier circunstancia para marcar terreno y hegemonía.
Es la cultura de las nuevas tendencias que enseñan en las prominentes escuelas de prohombres. Donde todo vale y, cuanto peor, mejor.
El caso de las comparsadas es uno más de muchos conflictos artificiales creados por el maestro del conflicto. Es una de las típicas órdenes que da, porque él lo vale, sin tiempo de reflexión y sin diálogo alguno.
Nuestra obligación en el trabajo, es acatar cualquier orden que se nos dé. Posteriormente, tenemos el derecho a reclamar, tal y como se va a hacer en este caso. Pero hay órdenes sin embargo que son insultantes. Obligar a los técnicos a que se vistan o complementen con atuendos para que no se les vea y después decir que como no se les ve no es comparsada, es tratarnos como eméritos idiotas. No creo que a nadie se le escape cual es la razón de ser de las comparsadas. Actuar de acuerdo con la escena para no ser notados y dotar de una suerte de magia al espectáculo.
En el convenio que nos regía hace 10 años, solo había un tipo de comparsada pues, la intención siempre es la misma, vestidos de negro o de colorines, hay que procurar pasar inadvertidos para el público. Como las negociaciones de convenio siempre son largas y complejas, se acordó que hubiera dos tipos con diferente precio a cambio de otras contrapartidas por parte de la empresa. Ahora, el listo, pretende devaluar nuestro trabajo hasta el punto de eliminarlas. Gran desconocedor de lo que somos y de lo que hacemos. Gran desconocedor de lo que son las relaciones humanas más básicas.
Puede que haya de todas formas que agradecer sus miserias pues son las que nos llevarán a reconquistar la comparsada única, la artística. Bueno, mejor no agradecer nada a los desagradecidos.

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