No se juega con el miedo porque el miedo puede ser un arma de defensa propia, una forma inocente o culpable de coraje.
El miedo nos abre los ojos y nos cierra los puños y nos mete en el
riesgo desaprensivamente. Andamos por el mundo con el miedo a cuestas
como si fuera un pudor obligatorio o en su defecto una variante del
fracaso.
Tal vez sea el mandamiento o quizás el mandamiedos de alguna desconocida ley, de un dios cualquiera.
Por las dudas, una buena fórmula contra el miedo puede ser la que dejó
escrita el bueno de Pessoa: "Espera lo mejor y prepárate para lo peor"
Mario Benedetti.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario