martes, 8 de julio de 2008

Utopia, ética y ¿democracia?

Que esto no funciona como debiera, es algo que cualquiera con dos dedos de frente puede apreciar. El sistema por definición, instaurado en la inmensa mayoría del planeta, nos está llevando por derroteros sin duda desastrosos y equivocados. Pero no es mi intención en este caso tratar sobre el tema ecológico del asunto, aunque hay mucho que decir. Mis inquietudes son más bien sociales, aunque de reflejo engloban todo tipo de sensibilidades.
Las ideas catastrofistas de los pensadores de finales del siglo XIX y principios del XX, se han quedado notablemente cortas y la idea del monstruo capitalista que todo lo fagocita, se ha convertido en una realidad que intuían pero no creo que consiguieran imaginar hasta donde podría llegar; quizás porque estaban convencidos de que la gente no permitiría llegar a ciertos límites y crearíamos una sociedad justa. Aquí se equivocaron, no por falta de ideas de cómo cambiar el mundo sino por confiar seguramente demasiado en la reacción de las personas ante la injusticia.
La historia ha dado momentos pletóricos pero que de un modo u otro, no han acabado como inicialmente se habían planteado. Ante grandes líderes e ideólogos, el sistema siempre ha encontrado los puntos débiles de la masa social y los ha demolido. De hecho, el individuo en si, es capaz de grandes y encomiables voluntades, pero cuando se convierte en masa, es capaz de dejarse arrastrar a las más abyectas monstruosidades, ya sea participando directamente o como simple espectador que acepta los hechos, lo que no los hace menos culpables.
Aún así, estos momentos pletóricos, han conseguido avances sociales de proporciones impensables hace apenas unos cientos de años lo que nos indica que, a pesar de los pesares, caminar indica movimiento y el movimiento, si es social, trae mejoras por lo que podemos concluir que caminar hacia la utopía, aún a sabiendas de que es quizás inalcanzable, es avanzar, es mejorar, es hacer más justo el mundo.
Está por otro lado, la cuestión de la ética. ¿es ético imponer por la fuerza a la minoría dominante la justicia de la mayoría subyugada?, ¿es ética la dictadura del proletariado?. El concepto de ética va en ocasiones tan ligado al de justicia que, dependiendo de qué se entiende por justicia, se puede responder afirmativa o negativamente.
Kant decía, "Actúa de tal forma que tu libertad pueda coexistir con la libertad de los demás", pero, en un sistema tan perverso como el nuestro, ¿Dónde acaba la libertad del opresor y empieza la del oprimido?. Sin duda, en una sociedad libre, en el más amplio de los sentidos, la ética tiene razón de ser; pero en el mundo actual donde el gran capital desconoce el significado de esa palabra, ¿deben los dominados respetarla para con los que controlan el capital? ¿es ético que haya dominadores y dominados?
Debiéramos quizás replantearnos incluso el hecho de si las actuales “democracias” que permiten tantas injusticias, responden realmente a la terminología de la que se han apropiado. ¿Es realmente cierto que los estados democráticos responden a las decisiones colectivas adoptadas por los pueblos? ¿no sería más cierto decir que el sistema es capaz de controlar por diversos medios la decisión de votar de una forma u otra? ¿existen realmente diferencias sustanciales entre los diferentes partidos con opciones reales de ganar? Y por último, ¿quién controla verdaderamente las decisiones económicas y políticas de una nación?
Es cierto que podemos votar y escoger a nuestros representantes y que las mayorías imponen a los gobiernos de turno, pero también es cierto que ahí acaba la acción democrática, se puede dar o quitar el gobierno a uno u otro partido pero, la fuerza que realmente gobierna, es la del poder económico establecido, regido por empresas multinacionales que actúan con sus propias estrategias y se ríen del sistema democrático. Aún así seguimos creyendo en esta fórmula ritualizada como si fuéramos realmente los gestores de nuestras propias vidas.
Quizás habría que reflexionar por tanto si es utópico pensar en un mundo sin desigualdades, si es ético hacer estallar el viejo mundo para construir uno nuevo y si es democrático actuar sin la connivencia de toda la población.
Nos vemos en el imaginario país de Arcadia

Manolo Martínez julio 2008

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