domingo, 6 de diciembre de 2009

Cenizas y diamantes

La interesante película de Andrzej Wajda muestra una situación caótica después de la segunda guerra y de las posibilidades de reconstruir un país y un mundo nuevo. Evidentemente, el final no es alentador.
El Liceo también sufrió una situación similar en tanto en cuanto quedo reducido a cenizas en pocas horas, después hubo que reconstruirlo y se podía haber hecho de varias maneras.
A la dirección de entonces se le reconoce la capacidad para rehacerlo y además en un tiempo relativamente breve. No vamos a discutir la opción cara, compleja y controvertida de rehacerlo en el mismo sitio, conocemos la fuerza de la burguesía catalana. Discutimos sin embargo la manera y el coste a nivel humano.
Para poder asumir el proyecto, esa dirección fue a lo fácil, a lo habitual entre los poderosos; yo te ayudo con tanto dinero pero a cambio quiero este o aquel favor. Ya se sabe, mano lava mano dicen los de la cosa nostra.
Así pues, hubo que empezar a pagar las “deudas” creando un sistema de alguna manera endogámico. El teatro se fue llenando de hijos, primos, amigos de unos y otros hasta el punto de crear puestos y cargos absolutamente innecesarios y caros.
Por el teatro pululan aún una serie de personajes con unos sueldos importantes, herencia de esa manera de gestión que no podemos si no criticar. Hubiera sido mejor tardar más en la reconstrucción pero sin tenerse que hipotecar con una burguesía que aún controla en cierta medida la institución y que se permite imponer a sus congéneres.
Cambió la dirección pero no el estilo. Para sanear las cuentas no se tomo la decisión de soltar lastre, se decidió hacerlo a costa de la no inversión. Una inversión imprescindible para el mantenimiento y mejora del teatro. Pero, que se podía esperar de alguien que solo pasaba por aquí para usar el Liceo de trampolín en su carrera.
Ahora ha habido otro cambio, desde hace algo más de un año hay una dirección nueva de la cual esperábamos mucho y que, al menos en las formas, parecía que viraba en otro rumbo.
Al principio parecía que el rumbo sería parecido pues se volvió a contratar a gente conocida y de dudosa capacidad. Nos sorprendió gratamente la decisión tomada a finales de la temporada pasada de empezar a soltar lastre. No sabemos a que precio pero seguramente se amortizará en poco tiempo.
Sin embargo, analizando en detalle los últimos meses, sería excesivamente aventurado decir que ha habido cambios en positivo. Quizás a nivel macro empresarial si los ha habido pero, en el día a día, parece que las cosas no se mueven y si lo hacen, es a peor.
Podemos hablar de la ropa sin lavar en el escenario, de los cambios de horario en el coro, de promociones internas en administración de dudosa transparencia o de soltar mentiras entre los miembros de la orquesta.
Aún así tenemos esperanza y seguiremos con avidez el proceso para ver si al final, el ave fénix renace de sus cenizas transformándolas en diamantes o si seguirán siendo vulgares galopines de la burguesía los que mantengan el control por y para ellos de esta institución.

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